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Finalmente se acerca la hora en que el FC Barcelona se enfrente al AC Milan como parte del torneo de fútbol más espectacular (y me pongo de pie): la Champions League. Y con esto también llega el mórbido momento en que según el propio Ibrahimovic estará saludando al míster Pep Guardiola sin esperar nada a cambio. Y no es precisamente que muestre un especial interés por ver si ese momento realmente se dé, sino que todavía sigo sin concebir como alguien puede llegar a renegar de su pasado en el primer equipo blaugrana. Todo esto tras la publicación de la prematura autobiografía de Ibrahimovic, en la que el ahora jugador del Milan ha pretendido "poner al descubierto" con una larga lista de mentiras los supuestos conflictos internos del Barcelona por los cuales, según él, no pudo brillar como el excepcional jugador que dice ser. Después de esto habrá que rezar durante el partido para que Ibrahimovic no vaya por el campo repartiendo alguna de sus "afectousas" muestras de cariño, ya que es difícil saber si juega al fútbol o está en una de sus prácticas de taekwondo (recordemos que es cinta negra).

La desconcertante actitud de Ibrahimovic me ha llevado a plantear la situación desde un punto de vista cinematográfico y para esto me remito a una de las secuencias reveladoras del tercer episodio de la saga de Star Wars, a través de la cual podamos comprender el repentino cambio de ánimo del jugador sueco. Recordemos el argumento de la referida secuencia. Después de descubrir las oscuras intenciones del senador Palpatine, el consejo Jedi ordena su inmediato arresto por el peligro que representa para la estabilidad de la República. El maestro Windu es el encargado de ejecutar el arresto y enfrenta al senador que se resiste y echa mano de sus habilidades como sith y es entonces cuando descubrimos que pertenece al bando opuesto. El enfrentamiento se desarrolla a tiro de sablazos y Palpatine (ahora como Darth Sidious) queda vulnerable a la fuerza de Windu y cuando éste está por aniquilarlo un sable azul interfiere en la escena; se trata de Anakin Skywalker que argumenta que el senador debe ser juzgado. Windu le pide que no interfiera, pero Anakin muestra simpatía por un senador que para entonces ya tiene el cutis de una fruta seca. La escena culmina con un Anakin rebelde que observa como el sith termina con la vida del maestro Jedi. Anakin ayuda a Sidious a incorporarse y se arrodilla ante él, aceptando ser obediente al lado oscuro de la fuerza bajo el nombre de Lord Vader y ser merecedor de los secretos que le den la vida eterna a su amada Padmé Amidala.

¿Será que Ibrahimovic sucumbió ante la voz de su cabeza para obtener los secretos más oscuros del fútbol, bajo la promesa de convertirse en un extraoridinario jugador que gozará de vida eterna? ¿Será que las "acusaciones" contra Guardiola sean parte de un truco publicitario para levantar las ventas del libro? ¿Será que Ibrahimovic tenga el gesto de acercarse a saludar y de jugar sin crear algún tipo de tensión? En fin, ya en unas horas estaremos siendo testigos de esté interesante episodio. Lo que es de señalarse es que, a pesar de toda la expectativa en torno al acercamiento de Anakin Ibrahimovic con su ex equipo, tanto el master Guardiola (no míster, para efectos de este post) como sus padawans han demostrado (como siempre) una ejemplar mesura ante las habladas y el "ruido" que se ha hecho desde la publicación del libro de las mentiiras. Recordemos que después de todo por la boca muere el pez. Use the force blaugranas... use the force...

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Hablar de Joe Frazier es hablar de valor, de fuerza, de tolerancia y de una de las rivalidades más encarnizadas y hasta escalofriantes en el contexto del boxeo mundial. Estoy haciendo referencia al conjunto de combates que Frazier tuvo con Muhammad Ali y que como parte de una trilogía de peleas se definió en un tercer e histórico capítulo que llevó el nombre de Thrilla in Manila en un tiempo en el que de por sí pelear sobre el ring era todo un logro, pues los combates se extendían hasta quince rounds y no doce como en la actualidad.

La también llamada Pelea del siglo generó un enorme revuelo  por la intensa actividad de los medios de comunicación de la época que se volcaban principalmente sobre Ali, quien mejor que nunca inició su clásica estrategia basada en ataques verbales dirigidos a despretigiar y a dañar moralmente a sus oponentes. En este caso, Ali no dejó de tomar la pelea aparantemente como un juego e intentó desprestigiar a Frazier nombrándolo Gorilla y haciendo burla de su aspecto físico; modificó el nombre del evento por el de Gorilla in Manila y se encargó de divulgarlo en los medios cada vez que tenía la oportunidad. Joe Frazier mantuvo siempre la cordura con la promesa de demostrar en el ring su verdadero potencial.

La pelea se realizó el primero de octubre de 1975 en Filipinas. Ambos peleadores finalmente llegaron al ring tras una exhaustiva preparación; Frazier, ya bastante "golpeado" por los comentarios excedidos de Ali, estaba decidido a terminar con su rival. Cada uno de los episodios fue una auténtica muestra del enorme poderío de los peleadores y de lo que una verdadera pelea de box debe de ser. El combate se extendió hasta los catorce rounds y concluyó en el mismo cuando Eddie Futch, el entrenador de Frazier, le pidió al referee que terminara la pelea para evitar una inminente desgracia en el último round. Frazier se negaba a que la batalla concluyera de esa forma, pero finalmente tuvo que ajustarse a la decisión. Ali pidió en su esquina que le cortaran los guantes. De acuerdo con declaraciones del propio Ali, el equipo de Frazier detuvo la pelea poco antes de que él mismo lo hiciera reconociendo que ya no podía más.

Al finalizar el combate, Ali intercambió una palabras con el hijo de Joe Frazier y le pidió que le llevara un mensaje diciéndole que se disculpaba por todo lo que había dicho de él. Frazier nunca comprendió porque Ali no se lo dijo en persona y desde entonces quedó enganchado en esa rivalidad. Años más tarde, al ver a Muhammad Ali encender el fuego olímpico de Atlanta 1996, Frazier comentó que sería mejor si tiraran a Ali al fuego. Joe Frazier apoyó a Muhammad Ali para que recuperara la licencia de boxeo que le fue revocada al negarse a participar en la guerra de Vietnam e incluso le solicitó al presidente Nixon que intercediera por él.

Hoy se celebra en México el tradicional Día de Muertos que consiste básicamente en hacer un homenaje y remembranza de todos aquellos que se han adelantado en el viaje. En este caso, no quisiera que pasara desapercibido un justo y pequeño tributo a una de las mujeres rockeras y pieza fundamental de una parte de la historia musical y la difusión cultural en este país. Se trata de Rita Guerrero, ex front woman y vocalista de Santa Sabina (entre muchas otras cosas), quien falleció el pasado 11 de marzo a causa del cáncer de mama.

La importancia y el respeto que guardo especialmente por el nombre de Rita viene principalmente a partir del momento que que escuché el primer disco de Santa Sabina y de asistir con frecuencia a los conciertos de la banda en donde poco a poco descubrí que el concepto escénico y musical del grupo estaba muy por encima de lo que hasta entonces había visto y escuchado en vivo.

Un escenario oscuro, flores enredadas en los atriles de los instrumentos y los micrófonos, músicos muy serios al momento de tocar, letras surrealistas y Rita Guerrero al frente, caracterizada de vampiresa y en otras ocasiones vistiendo ropa de corte como de los años veinte, realizando un verdadero acto de canto y performance con un manejo impecable de la voz que contrastaba con el caos frenético que demandan obras como Mírrota o Dix.

En verdad siempre fue un placer poder estar en un concierto del grupo y descubir una atmósfera llena de misticismo con la que me identifiqué de inmediato. Durante toda mi vida como universitario estuve familiarizado con los eventos relacionados con la banda, incluyendo aquellos en los que Rita se involucraba de forma ejemplar y con total responsabilidad social como en los conciertos masivos que se organizaban en la explanada de Rectoría de la UNAM y en donde el boleto de entrada era un kilo de granos o semillas que la propia Rita Guerrero y una nutrida caravana de estudiantes llevaban con mucho esfuerzo hasta las comunidades marginadas de Chiapas.

Estoy hablando de una mujer con unas cualidades únicas, no solamente artísticas, sino

humanas; de una sensibilidad social y estética que con el tiempo le valió y le valdrá el cariño y admiración de todos los que alguna vez la vimos en un concierto, en un evento cultural o incluso en televisión porque, además, durante algún tiempo fue la conductora de La materia de los sueños, un ameno programa de divulgación científica producido por el Canal 22 (el canal cultural más importante del país).

Rita Guerrero tenía una especial afición y conocimiento de la música antigua que se materializó en un proyecto conocido como el Ensamble Galileo, un conjunto de música barroca y alterno a su participación en Santa Sabina. También fue la responsable de dirigir al Coro de la Universidad del Claustro de Sor Juana que tras su muerte y en forma de homenaje cambió su nombre al de Coro Virreinal Rita Guerrero.

Después de que se hiciera pública la situación de salud de Rita, un grupo de músicos lanzó una gran convocatoria para realizar un concierto en donde el dinero recaudado sería destinado a cubrir los gastos del tratamiento. La respuesta fue enorme y concluyó en un espectáculo que se conoció como Rita en el corazón. Rita Guerrero falleció el 11 de marzo de 2011 y su cuerpo fue acompañado hasta el final por amigos y seguidores en el edificio principal del Claustro de Sor Juana en donde se realizó un homenaje de cuerpo presente.

Jordi Soler publicó desde Barcelona una carta en memoria de Rita en donde la recuerda de una manera más personal por la gran amistad que guardaron durante mucho tiempo y desde que el escritor mexicano-catalán era parte del proyecto radiofónico de Rock 101: