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Una más de esas semanas demoledoras en el canal de televisión y con el ánimo arriba por un fin de semana largo en la Ciudad de México. La llegada a casa para el descorche de una botella de vino tinto y la urgente lectura de las páginas de un nuevo libro del maese Soler acerca de los milagros de un santo urbano, mientras en la pantalla corre aleatoriamente un concierto de la banda Garbage. Irremediablemente llegan a la cabeza los recuerdos de los años noventas en que las fiestas del Fixión eran asistidas de manera obligada cada fin de semana después de la ajetreada semana en la Universidad (nótese la Universidad con letra mayúscula al inicio al tratarse de la gloriosa UNAM). En el patio de la casona de la Colonia Roma se gestaban planes del próximo viaje que nos llevaría hasta Coatepec, Veracruz (capital mundial del café) con el objetivo de visitar al padre de George Jarrillo y de paso encontrar el espacio ideal que nos diera el hospedaje de fin de semana largo para que todos, con el presupuesto de un universitario promedio, colaboráramos en la tarea de surtirnos de una buena dotación de ron, mezcal y cerveza con los que pasaríamos los próximos cuatro días en la maravillosa Hacienda Zimpizahua, que evoca sorprendentemente en todo momento la locación de la novela Cien años de soledad de García Márquez. Correrían entonces, sin saberlo, noches de discusión, borracheras y reflexiones filosóficas alrededor de botellas de material etílico en una de las terrazas de la habitación, respirando el aroma de los cafetales mezclados con el humo de los cigarros que no parábamos de consumir. En el transcurso de la noche se van elaborando esas promesas fraternales de largas y duraderas amistades ahora olvidadas conforme el alcohol va haciendo estragos en el organismo. El entusiasmo crece conforme recordamos que todos estamos lejos de casa en un lugar del cual ya estamos enamorados… nos sentimos dueños del mundo y de nuestros destinos, cuando menos de ese espacio extraído de una novela; nos perdemos todos en la noche sin predecir que a la mañana siguiente y de los años posteriores todas esas promesas habrán sido olvidadas. Pero eso no importa, no somos conscientes todavía de que el maldito futuro nos llevará a todos a lugares y espacios distintos, a situaciones personales y laborales que difícilmente nos darán la oportunidad de reunirnos nuevamente para que unos años adelante platiquemos de lo que hemos hecho, de que ya estamos casados, de que algunos ya tienen hijos, de que en el trabajo hemos ascendido o de que hemos cambiado de residencia. Mientras tanto, en medio del consumo continuo de shots asesinos de mezcal y de fuertes dosis de nicotina mezcladas con el olor a cafetal, suena en la grabadora Toshiba a todo volumen Stupid girl de Garbage… creo ahora que éramos todos unas estúpidas niñitas. 

ESCÚCHESE CON STUPID GIRL BY GARBAGE